
Es 2023 y, por alguna razón que escapa a la lógica humana, seguimos hablando de tiroteos en escuelas. La última joya en este triste repertorio se desató en Madison, Wisconsin, donde una adolescente de 15 años decidió que la solución a sus problemas era empuñar un arma y hacer lo que muchos adultos no logran: ¡tomar decisiones fatales! Según informes, la policía ha apuntado a una ‘combinación de factores’, que incluyen el bullying, como la chispa que encendió esta tragedia. ¿Quién lo diría? El bullying, esa cosa que se ha perpetuado desde tiempos inmemoriales, resulta ser un elemento clave en el desenlace de este oscuro evento.
Es increíble cómo un problema tan común como el acoso escolar ha encontrado un camino directo hacia la fatalidad. Pero claro, esto no es un fenómeno nuevo; la historia nos ha demostrado que cuando la salud mental se ignora y las conversaciones sobre el bienestar se evaden, las cosas pueden salir muy mal. En este caso, una estudiante, impulsada por el dolor y la frustración, optó por una salida trágica que incluye llevarse por delante a un docente y un compañero antes de acabar con su propia vida. Y aquí estamos, nuevamente, hablando de cómo una simple conversación sobre el bullying podría haber hecho la diferencia.
Sin embargo, la culpa no solo recae en la víctima de esta espiral de violencia. También es un llamado de atención para aquellos que miran hacia otro lado. ¿Cuántas veces hemos visto a un niño ser acosado y decidimos no intervenir? Al parecer, la indiferencia tiene un precio, y este tiroteo es solo otro doloroso recordatorio de ello. Así que, ¿qué podemos hacer? Tal vez sea hora de empezar a hablar, de escuchar más y actuar antes de que las cosas se tornen fatales. Después de todo, el silencio es oro, pero en este caso, podría ser un arma mortal. ¡Reflexionemos, compartamos y, sobre todo, hagamos ruido! Porque en el silencio, las tragedias florecen.
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